Mis obras son una expresión artística original, extraída directamente de la naturaleza, sin límites de creatividad ni de imaginación, y con un estilo propio y único. El secreto ha sido armonizarme con esa naturaleza rescatada y transformada en arte para ser admirado.
Mis cuadros de piedras están concebidos para propiciar un diálogo entre la naturaleza y el arte, reafirmando al mismo tiempo la apuesta por un diseño orgánico, sustentado en la innovación, el ingenio y la sensibilidad.
Cada una de las obras pertenece a mi mundo interior como artista, pues nunca nadie podrá volver a repetirla, lo que aumenta su valor sentimental y refuerza mi unión con cada creación.
Con el tiempo, han experimentado una evolución, volviéndose más maduras en lo artístico y más diversas en lo temático. Se desarrollan con un mínimo de tensión y un máximo de sensibilidad, invitándo a profundas reflexiones, ya que están cargadas de significados.
La forma en la que creo, surge de la calidad de mis pensamientos, que han de ser de gran generosos y fruto de una mente en continua evolución. Mi objetivo es mostrar mi manera natural e instintiva de ver la vida y mi relación con los demás.
Los principales elementos de mis obras son las piedras arrastradas por las corrientes de los ríos y los mares, que combino con ramas, maderas y cuerdas. Como si fueran piezas de un puzle, encajo sus formas y compongo figuras fascinantes, transformando cada cuadro en una historia única.
Ellas son las que condicionan todos mis trabajos. Tras una etapa de exploración de sus posiblilidades expresivas, descubrí en ellas un lenguaje capaz de comunicar hermosas historias. En ese instante, las piedras dejaron de ser objetos inertes para renacer como formas llenas de vida.
Las que elijo para mis composiciones son sobrias, contundentes y firmes, pero también emocionales, gracias en gran parte a sus agujeros imperfectos, que se convierten en perfectos cuando revelan facciones de rostros, siluetas de personajes o figuras de animales.
Algunas traen consigo imágenes amables, fruto primero de la naturaleza y después de mi imaginación.
Los agujeros que tanto las caracterizan, son la consecuencia natural del desgaste, la huella del tiempo que explica este misterioso fenómeno. Y es precisamente ese rasgo lo que les otorga una inigualable profundidad simbólica.